Enrique Peña Nieto

Ya desde antes de ser candidato del PRI a la Presidencia de la República, Enrique Peña Nieto tenía muy claro el diagnóstico de la realidad que vivía el país al amparo de una alternancia sin contenido; también tenía diseñada una propuesta global de reformas estructurales y políticas públicas ambiciosas y articuladas que hicieran de la mexicana algo más que una democracia nominal, limitada a garantizar el sufragio efectivo: transitar a una democracia eficaz, capaz de generar resultados concretos.

Ese retrato del México de nuestros días y las fórmulas para encarar el desafío están contenidos en su libro “México, la gran esperanza, un Estado eficaz para una democracia de resultados”, publicado en noviembre del 2011, donde el autor expresa su pesar de que el país se encontrara “a la deriva, sumergido en la violencia y el deterioro económico…donde priva un clima de incertidumbre y preocupación”.

En su crudo diagnóstico, “en estos años, un Estado disfuncional nos ha arrastrado por una pendiente al ser incapaz de crear las condiciones mínimas de seguridad pública, crecimiento económico, empleo digno, educación y seguridad social de calidad”.

Por eso el ahora presidente de México se pronunciaba desde un año antes de ser electo por “alcanzar un nuevo pacto social que construya un Estado eficaz que, en los hechos, nos permita a todos los mexicanos gozar de la libertad para realizar el proyecto de vida que nos propongamos sin que la violencia, el origen familiar, regional, de género o étnico sean barreras para alcanzarlo”.

Ahí, en su libro, señala ya la necesidad de medidas de política pública muy concretas, a partir de un concepto de Estado eficaz, legitimado y medido por los resultados, como la introducción o consolidación de instrumentos modernos de democracia directa, iniciativa popular y candidaturas independientes; un sistema efectivo de rendición de cuentas y una nueva relación de corresponsabilidad y productividad, sin demérito del régimen de división de poderes, entre el poder Ejecutivo y el poder Legislativo.

En materia económica proponía revisar el marco legal para dar más eficiencia a la producción de hidrocarburos y garantizar los insumos energéticos que dieran competitividad a la planta productiva nacional; también una reforma financiera, para facilitar el acceso al crédito y promover el desarrollo. Asimismo, una reforma fiscal integral, ampliando la base tributaria, reduciendo exenciones y privilegios y simplificando los trámites.

En política social, planteaba seguro social universal y subsidios focalizados en los segmentos que más lo necesitan, a partir de la consideración de que México no podía seguir siendo un país con la mitad de la población por debajo de los mínimos de bienestar social.

Para resarcir la seguridad de las personas y dar más celeridad y eficacia a los procedimientos judiciales proponía una reforma constitucional en materia de justicia penal y seguridad pública.

Con una agenda tan ambiciosa de reformas, no es extraño que una vez como presidente electo, se preocupara y ocupara de evaluar y promover las fórmulas de concertación política para hacer posible su traducción en reformas legislativas, políticas públicas y realidades concretas.

En lugar de apoyarse solamente en la fuerza de su partido en ambas cámaras del Congreso de la Unión, decidió optar por un gran acuerdo para transformar más eficazmente a México, un nuevo pacto social como decía, que involucrara a todos los actores. **

Apenas unas semanas después de las elecciones del primero de julio del 2012, Enrique Peña Nieto encabezó los trabajos del más amplio y ambicioso esquema de concertación para reformar a las instituciones y transformar al país, el Pacto por México.

Ese espíritu reformador, fincado en el propio Pacto, es el que patentizó el presidente Peña Nieto, apenas unos días después de su toma de posesión, con el anuncio de sus primeras 13 acciones de gobierno, contenidas en cinco ejes:

  1. Lograr un México en paz, poniendo al ciudadano y a su familia en el centro de las políticas de seguridad.
  2. Lograr un México incluyente. Combatir la pobreza y cerrar la brecha de la desigualdad.
  3. Lograr un México con educación de calidad para todos.
  4. Lograr un México próspero, un México con crecimiento económico sólido y sostenido, que se refleje en toda la geografía nacional.

  5. Lograr que México sea un actor con responsabilidad global. Un país con participación propositiva en el mundo.

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